Interesante entrevista a Federico Goded, autor de 'Es demasiado tarde, Colette': "Al final, la administración de nuestro tiempo es el aspecto más auténtico de eso que llamamos libertad".

Ediciones Atlantis presenta este jueves en Trocha, ‘Es demasiado tarde, Colette’, la primera novela escrita por el maestro mundial de bridge Federico Goded Nadal que, según explica su propio autor, “es un canto a la vida y a la libertad a través de una serie de personajes cuyo desenlace está próximo y que afrontan su final con humor, creatividad y un enorme deseo de ser felices”.

“La novela tiene muchas connotaciones poéticas y, tres años después de haberla escrito, me sigo emocionando al releer algunas páginas. La forma es tan importante como el fondo”.

Federico Goded Nadal


Ediciones Atlantis: Sorprende que, habiendo escrito algunos libros de “bridge”, sea esta la primera novela que publicas.

Federico Goded: Antes de “Es demasiado tarde, Colette” he escrito seis novelas y no menos de cincuenta relatos. Sin embargo solamente de forma esporádica me planteé la necesidad de publicar, limitándome a ser editor-autor de libros técnicos.

E.A. ¿Y cuándo comenzaste a escribir novela de creación?
F.G. Más o menos cuando Aníbal cruzaba los Alpes a lomos de una elefanta. Siempre he escrito por necesidad y, tal vez, como terapia emocional.  Se escribe sobre aquello que nos inquieta, nos emociona o simplemente sobre los acontecimientos cotidianos que nos hacen reír o soñar.

E.A. ¿Cómo haces compatible tu faceta de escritor y la profesional como jugador y profesor?
F.G. Mal. Los insomnios dan para mucho y aquello del “oficio de tinieblas” es una realidad patente en mi caso. No olvides que fui viudo temprano y padre-madre de una familia numerosa. Al final la administración de nuestro tiempo es el aspecto más auténtico de eso que llamamos libertad. Hago lo que quiero y solamente cuando puedo.

E.A. ¿Eres, entonces, jugador y escritor?
F.G. Sí. Soy ludópata y escritor vocacional. Te contaré una anécdota. Hace algunos años me entrevistaron en la radio. Cuando respondí que me dedicaba a jugar y a escribir la periodista me interrumpió con un excelente humor. “¿Y cuándo trabaja usted?”

E.A. Luego vives de lo que te gusta hacer.
F.G. Tengo la enorme suerte de vivir de aquello que más me gusta  y distribuyo mi tiempo entre mis dos verdaderas pasiones…al margen de mi novia, mis cuatro hijos y un larguísimo etcétera. Soy una persona vital y polifacética y, además, amo el riesgo en la misma medida que amo la vida.

E.A ¿Fue una sorpresa la llamada de la editorial Atlantis?
F.G. Una muy agradable sorpresa por cuanto el texto fue remitido a la editorial Atlantis por mi amiga Angie Bach, directora de una revista de bridge y lectora habitual de relatos míos.

E.A. Has editado cinco libros de bridge. ¿Hay alguna relación en esta novela con el mundo del juego?
F.G. Apenas se roza. Algunos de los personajes están arrancados de una realidad en la que el juego no es en absoluto ajeno, pero todos y cada uno de los protagonistas de la novela están tomados de mi propia experiencia.

E.A Háblanos de algunos.
F.G. Por ejemplo…hay un astrofísico excéntrico y brillante cuya paternidad le corresponde a mi hija Alejandra, astrofísica y divulgadora de ciencia. Es un personaje maravilloso.

E.A. ¿Y alguno con el que te identifiques?
F.G. Crear es creer y creer es amar. A todos se aprende a querer y con todos se aprende a dialogar. Sin embargo hay dos personajes con los que me identifico especialmente: un cineasta italiano y un narrador valenciano. De alguna forma ambos reproducen escenas, monólogos y reflexiones que de alguna forma he vivido o me han dejado huella.

E.A. ¿Por ejemplo?
F.G. No creo que sea habitual escapar de un hospital, recién operado, para ir a competir. Eso demuestra tan poca cordura como deseos de libertad.

E.A. ¿Es la libertad el “leitmotiv” de la novela?
F.G. Sí, sin ninguna duda.

E.A. ¿Cómo sorprenderías al lector?
F.G. No sé cómo, pero si sé cuándo. Desde el primer párrafo. La novela tiene muchas connotaciones poéticas y, tres años después de haberla escrito, me sigo emocionando al releer algunas páginas. La forma es tan importante como el fondo.

E.A. ¿Y podrías hacer un breve resumen de la trama?
F.G. Es un canto a la vida y a la libertad a través de una serie de personajes cuyo desenlace está próximo y que afrontan su final con humor, creatividad y un enorme deseo de ser felices.

E.A. ¿Eutanasia? ¿Suicidio colectivo?
F.G. En cierto modo, pero yo eludo ambas palabras por cuanto la búsqueda de un intermediario es impersonal y ni aún en la circunstancia más extrema conocemos el momento del desenlace. Al fin y al cabo el cambio de orilla es un paso nada más y, para muchos entre los que me encuentro, un salto hacia la incertidumbre es una esperanza.

E.A. ¿Podrías decirme en qué autores te has basado?
F.G. No he encontrado precedentes novelados. En ese sentido es una obra pionera que llena una inquietud intelectual y personal.

E.A. ¿Y en cuanto al estilo?
F.G. No soporto la lectura de algo mal escrito. Como autor soy perfeccionista hasta la extenuación. Escribo muy rápido pero corrijo con esmero inagotable. Yo hubiera firmado muchas obras ajenas, pero me resulta difícil atribuirme influencias muy directas. Ten en cuenta que soy un escritor maduro y he evolucionado mucho la forma de narrar.

E.A. ¿Por ejemplo?
F.G. Verás. Cuando tenía veinte años era un ávido lector, participaba en círculos literarios y recitaba de memoria larguísimos pasajes de  Tolstoi o de Galdós. Con los años me enamoré del relato como género literario y fui cambiando de referencias. Reconozco mi enorme admiración y posible influencia por Cortázar. Ahora, al mismo tiempo que mi capacidad de retentiva ha decrecido, leo menos pero con una gran capacidad selectiva. Ya no me avergüenza dejar un libro a medias. Lo que quiero es disfrutar.

E.A. Por último. Te hemos visto hace apenas dos semanas en los telediarios jugando una semifinal del Campeonato del Mundo de bridge ¿Nos podrías contar algo?
F.G. En el pasado mes de setiembre se celebró el mundial de bridge por equipos nacionales. Tanto el bridge como el ajedrez forman una especie de Olimpiada paralela. Entre sesenta países España alcanzó las semifinales y perdimos la opción a ser medalla de oro en la última mano, en la última jugada.

E.A. ¿Rozasteis la victoria?
F.G. Verás. En esto de perder en el último segundo tenemos experiencia y nos hace más fuertes. Yo le había prometido a una hija mía llevarle la medalla de oro a su boda. Ella se casó tres días después de la semifinal tan feliz como esperaba, sin la medalla prometida pero con la alegría de saber que su hermano y su padre son  dos de los mejores jugadores del mundo  y forman parte del mejor equipo del mundo. No siempre gana el mejor…ni con Griezmann de delantero.  

E.A. ¿Querrías añadir algo?

F.G. Sí, y algo muy importante. Mi agradecimiento a la editorial Atlantis cuyo riesgo a la hora de descubrir autores y darles salida cubre un hueco importantísimo. Nunca fue una obsesión para mí publicar literatura de creación. Sin embargo hace muchos años fui finalista del concurso literario “barco de vapor” sobre literatura infantil y en determinada ocasión remití una novela histórica de casi mil páginas a un par de editoriales.  Allí agoté mi breve peregrinaje. Ahora, con más de sesenta años cumplidos cubro una laguna.
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